La construcción se viste de madera

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josemi rico

Hace más de 7.000 años, las tribus de aborígenes que habitaban en zonas pantanosas de los Alpes y en la costa venezolana comenzaron a utilizar troncos de madera para preparar pilares para sus palafitos. Desde entonces, la madera, combinada con la piedra y la arcilla, ha sido utilizada por el ser humano como material constructivo hasta que la revolución industrial impuso la primacía del acero y el hormigón. 

Hoy en día, aquel desarrollismo extremo ha dado paso a otra revolución, la tecnológica, y la construcción ha reactivado su apuesta por nuevas soluciones de madera sostenibles, eficientes y respetuosas con el medio ambiente, en contraposición al hormigón.

Así, la construcción de nuevas viviendas en madera ha experimentado un rápido crecimiento en los últimos años a nivel global. Según datos de la Asociación de Empresarios de la Madera de Navarra (ADEMAN), en los países nórdicos la construcción en este material supone el 98% del mercado de  nuevas viviendas; en Alemania alcanza el 40%, en Reino Unido, el 25%; mientras que en Canadá y en EE.UU se sitúan en el 80%. En España, hasta la fecha, solo el 2% de las nuevas viviendas están construidas en madera, lo que supone una oportunidad para el sector de la construcción.

Como explican los responsables del Máster en Estructuras, Construcción y Diseño en Madera de la UPV-EHU, Josemi Rico y Maite Crespo, la madera es ya «una alternativa» a ese material basado en el cemento «en muchas de sus aplicaciones» porque «la tecnología en ingeniería de la madera permite desarrollar elementos capaces de responder a la mayoría de los requisitos de los materiales estructurales», hecho que la sitúa como una de las principales referencias constructivas en la actualidad. 

Emisiones de CO2

Pero, ¿qué ventajas concretas aporta con respecto al hormigón? Desde el punto de vista estrictamente medioambiental, la fabricación del cemento requiere un proceso de fundición de sus materiales a una temperatura media de entre 1.400 y 1.500oC, es decir, con un notable gasto de energía. Se calcula que el proceso de fabricación de una tonelada de cemento conlleva la emisión a la atmósfera de una tonelada de CO2. Y en términos globales, según datos del instituto británico Chatham House, las 4.000 millones de toneladas de cemento que se producen anualmente provocan el 8% de las emisiones totales de CO2, hecho que convierte esta industria en uno de los mayores agentes del cambio climático.

Por el contrario, la producción de la madera, especialmente en explotaciones forestales de proximidad o km 0, requiere mucha menos energía que la que se necesita para fabricar hormigón o acero, mientras que el proceso de fotosíntesis que realizan los árboles absorbe CO2 de la atmósfera en una proporción aproximada de una tonelada por cada metro cúbico de madera. Ese CO2 absorbido permanece fuera de la atmósfera y contenido en la madera durante toda su vida útil.

En cualquier caso, sus ventajas exceden el ámbito medioambiental y entran directamente en el constructivo e incluso en el estético. Maite Crespo y Josemi Rico explican que una de las principales ventajas de la madera es que ofrece «mayor ligereza» y es más «fácil de trabajar» que otros materiales, puesto que permite «llevar a cabo ajustes en obra», además de aportar «calidez» a las construcciones. En este sentido, se trata de un material que facilita y contribuye a la industrialización del sector gracias a la digitalización de los procesos de la arquitectura, la fabricación en talleres especializados y la implantación de los elementos estructurales en obra.

A pesar de su ligereza, la madera es un material «robusto», igual que el hormigón, y cuenta con una característica que la diferencia de otros elementos constructivos: su «capacidad para absorber movimientos y vibraciones«. «La madera es un material elastoplástico que, ante un movimiento sísmico, por ejemplo, se comporta mejor que otros de rigidez más alta como el hormigón», explican.

Además, en términos de bienestar, al ser la madera un material orgánico y natural da como resultado edificios más sanos y confortables para sus usuarios.

Material seguro

A ello se suma su «excelente comportamiento» frente al fuego y la humedad, hecho que la convierte en un material seguro, además de sostenible y robusto. Según explican los responsables del Máster de la UPV-EHU, la madera se «auto-protege» gracias a la «carbonización superficial durante un incendio», de forma que se puede aumentar su durabilidad frente a posibles incendios con solo incrementar la sección de la madera.

La reacción de la madera frente a la humedad es igual de efectiva: ambos expertos aseguran que gracias a los productos de madera actuales y a un diseño constructivo adecuado se puede salvaguardar del ataque de insectos xilófagos -que se alimentan de madera- y protegerla frente a una posible degradación por radiación solar o por humedad.

La tecnología desarrollada en torno a este material natural es la que ha contribuido a crear «materiales derivados muy competitivos y con altas prestaciones» que van mucho más allá de las soluciones básicas de «madera aserrada», hasta el punto de que se puede afirmar que «la inmensa mayoría de los edificios construidos en nuestro planeta podrían incorporarla en sus estructuras y envolventes».

Hoy, con alguna salvedad puntual, «la carrera por construir el edificio más alto en madera no ha hecho más que empezar», y en casi cualquier latitud. Ambos expertos destacan el buen comportamiento de este material con independencia de la zona climática en la que se utilice, aunque resulta «lógico», según afirman, «que esté más presente allá donde exista mayor disponibilidad de madera gracias a la presencia de bosques o de explotaciones forestales sostenibles».

Este es el caso de Euskadi, que «lleva años apostando por un sector forestal-madera fuerte y sostenible en el contexto de la bioeconomía circular», y en el que destaca la presencia de la especie Pino Radiata, apta para la mayoría de las aplicaciones estructurales, de fácil secado, encolado y tratamiento preventivo contra hongos e insectos. 

El reto: impulsar su uso

Sin embargo, el sector de la madera aún tiene frente a sí un reto provocado por «décadas de desarrollismo basado en el hormigón»: conseguir  un «cambio de paradigma generalizado por parte de usuarios, promotores, constructores y gobiernos para impulsar su uso en todos los ámbitos». 

Aquel desarrollismo decimonónico ha dado como resultado una industria y unas infraestructuras que han conseguido «arrastrar» al conjunto de la sociedad en torno al uso de este tipo de materiales. Por eso resulta necesario, a su juicio, conseguir que este sector afronte su propia renovación lo antes posible a través de empresas en todos los niveles que sean capaces de «producir, transformar e instalar sistemas basados en la madera».

El complemento a este cambio de paradigma debe provenir de «programas educativos» que introduzcan la formación, y de la implementación de «políticas que favorezcan e impulsen de forma inequívoca la gestión forestal sostenible y el uso prioritario de la madera en todos los ámbitos de la construcción», concluyen.