Mantener la identidad, clave de la rehabilitación del caserío Jauregi de Muxika

Convertir un antiguo caserío vizcaíno en un espacio multifuncional con vocación de autoabastecimiento sin perder ni una de sus señas de identidad. ?ste ha sido uno de los retos más importantes a los que se han enfrentado los arquitectos de Nonarkitektura Iñigo García Agirrezabalaga  y Xabier López Atxega junto con Egoin a la hora de llevar a cabo la rehabilitación del caserío Jauregi, en Muxika.

Esta emblemática construcción, enclavada en una zona rural en el barrio Usparitza de la localidad vizcaína, está distribuida en dos zonas separadas por un muro medianil: la parte posterior, compuesta por un establo en la planta baja y un pajar en la primera planta y bajocubierta, que se encontraba en desuso por el deterioro de los forjados, y la parte frontal, que alberga la zona habitable con un portal cubierto, la cocina y espacios auxiliares, una primera planta con salón y dormitorios y la planta bajocubierta destinada a almacén.

Uno de los requisitos de este proyecto consistía en salvaguardar, conservar y realzar los elementos arquitectónicos más valiosos del caserío, como el muro medianil y la fachada principal, e integrarlos con los nuevos elementos dotando al conjunto de las condiciones de habitabilidad que exigen las viviendas hoy en día en materia de superficie, ventilación, iluminación, instalaciones, etc.

Para llevar a cabo esta reforma, Nonarkitektura recurrió a la madera por varias razones. Por un lado, este material ayuda a armonizar los elementos conservados, en especial los antiguos muros de mampostería, con los nuevos componentes arquitectónicos del proyecto. Concretamente, los arquitectos decidieron utilizar madera contralaminada CLT de diferentes espesores para construir los muros de carga y los forjados de la estructura interior, y optaron por la madera laminada GL24h para realizar las vigas y cabios de la cubierta y el forjado de la planta bajocubierta. De esta forma han podido evitar la colocación de pilares y generar espacios más flexibles y diáfanos.

A todo ello se suma el hecho de que la madera es, junto con la piedra, uno de los protagonistas de este tipo de construcciones, y desde el punto de vista estético resultaba necesario dar un impulso a su presencia, con un lenguaje renovado y adaptado a las necesidades actuales, y aportando mayor calidez y personalidad a la construcción.

Otra de las ventajas de su utilización han sido las condiciones de fabricación y mecanización de las piezas en taller, puesto que permiten incrementar el control sobre sus prescripciones de calidad, como la resistencia mecánica, los tratamientos contra la humedad, los hongos y agentes xilófagos, etc. Estas estructuras, al ser modulares, resultan más manejables y ligeras que otros materiales como el hormigón, y permiten agilizar la ejecución en obra.

Por último, la madera forma parte de la tradición arquitectónica vasca y es un material de gran robustez que se ha utilizado durante siglos en todo tipo de estructuras y cerramientos, hasta el punto de que hoy en día perviven maderas de centenares de años en inmejorables condiciones, en las que incluso es prácticamente imposible introducir un clavo.

La especie utilizada por Egoin en el caserío Jauregi de Muxika es la conífera de gestión sostenible de bosques cercanos, como Pino Radiata y Ciprés de Lawson, con sus correspondientes sellos de trazabilidad y sostenibilidad. La proximidad de la planta de Egoin al caserío hace que su madera sea un producto ??km 0? que permite reducir la emisión de gases de efecto Invernadero y que aporta un factor de sostenibilidad adicional, además de calidad y experiencia.

El resultado de las obras ha sido una construcción moderna y eficiente que replica fielmente todas las características arquetípicas del caserío vizcaíno, con vocación de autoabastecimiento y que acoge múltiples funciones en dependencias diferenciadas.